LA PALABRA (1992-1996)
Poemas del libro ELLAS, Universidad Católica de Córdoba, Serie Calíope (2004), y Primer Premio publicación II BIENAL de arte jóven, 1998, Mar del Plata
(I)
Busco una manera de iniciar el poema.
Un poema que tenga origen volcánico,
que sea insostenible en la boca
porque en la boca no debería caber un poema.
De la boca ya se sabe
salen palabras como caimanes de un pantano
multiplicando fauces y palabras.
(II)
Premura del destierro:
hay siempre construyéndose una casa
que deberá ser destruida,
hay siempre huellas de un minotauro
tras los pasos de un niño,
hay siempre alas de cera
creciendo sobre las espaldas de un hombre
y la vejez
encendiendo sus soles,
mutilando los ángeles que un día llamaron a cuidarnos.
El tiempo
no será develado,
jugará en la complejidad del alma,
será desdén y alimento.
Imperio de espejismos,
confabulación de ausencias:
reniego de todo lo escrito,
todo lo aprendido debe ser olvidado .
(III)
Quien elude los aludes de las sílabas,
quien hace cumbre y transita el silencio,
abraza un glaciar,
camina tras bambalinas de su existencia ordinaria
y es el otro,
el que dirime los soplos de la impotencia,
el que inhala hasta la desesperación
la sal de sus débiles andamios.
(IV)
Sólo existe un lenguaje
más fuerte que el silencio:
las onomatopeyas.
Quien sufre
emite un sonido gutural
capaz de volver más viejo al mundo,
de curvar las sombras hasta fragmentarlas.
¿ Existe alguna manera mejor de llamar viento al viento
que no sea reproduciendo el golpeteo de las persianas,
el aullido de las ramas resecas
como espadas de antiguos guerreros
luchando contra los fantasmas de la ceguera?
(V)
Nos dieron un estilete de hielo
para asesinar el fuego,
nos dieron un vientre de incendios
para engendrar el hielo.
(VI)
Hay un hombre
tantos hombres
conduciendo trenes de palabras,
espejos vacíos,
casas arrasadas por la muerte
donde el único sobreviviente las recorre
sin ninguna esperanza. Nada,
ni la más remota derrota
queda por desandar.
La lengua ácida de la lluvia
borró hasta el último vocablo
de las paredes.
Hoy la lluvia
sólo es agua despedazada.
(VII)
Quisiera saber
si hemos perdido el zapato del pie en el camino
o el camino del pie en el zapato,
porque en cada huella,
no hay sino sangre donde baja a beber el odio.
(VIII)
Dios esgrime un candelabro
para iluminar su impotencia.
Camina en círculos.
Hay un gesto de dolor inhumano
en su rostro sin rostro.
(IX)
Hay un hombre dentro de cada hombre,
hombre que no se nombra.
Pero algo nos queda de este viaje
y es el hambre,
la poderosa atracción de lo mínimamente sospechado,
el primer llanto de un niño
quebrando el silencio de un vientre en ruinas,
el balbuceo en la infancia del amor,
setiembre,
el regreso de algunos nombres que pensamos olvidados.
De cosas así vivimos,
aunque tengamos que hundir el rostro en la piedra
tantas veces como sea necesario hundir el rostro.
(X)
No hay soledad más aguda
que la otorgada por nuestros muertos.
Nos abrimos en abanico
alrededor del ataúd
como si presenciáramos un tesoro
que no debíamos descubrir,
y comenzamos a girar en un huracán de fotos,
de sillas vacías
y de palabras no dichas.
Recién entonces entendemos
que ya no es posible trazar un puente entre nuestra boca
y su boca,
que tendríamos que haber tirado algunos muebles
para que entraran más palabras en las habitaciones,
que tendríamos que haber tropezado
más a menudo con las frases
olvidadas por el cansancio
como tropezamos con los zapatos
y los libros en medio de la oscuridad.
(XI)
Entre la palabra y el silencio
hay una tristeza desnuda
como un murmullo que viene
desde los lejanos patios de la infancia.
Una tristeza obstinada
encendiendo sus penúltimas luces,
donde la nada trabaja a destajo
urdiendo su lenta trama,
extendiendo sus manos de pordiosera,
sus piernas llenas de calamidades
a un lado y otro del camino,
como hileras de casas cubiertas de polvo y espanto,
exigiendo diezmo a diezmo,
hasta que el resto es tan poco que ya no vale la pena.
(XII)
Entre la sed y el cántaro la boca,
bastidor donde las pequeñas manos del agua
van delineando el rostro de la muerte.
Como si la realidad fuera siempre
nombrada y repetida,
presenciamos la crucifixión de la inocencia.
Pero hay algo que debemos decir
y hoy callamos .
(XII)
Como un signo más dibujado en la sangre,
los sueños:
esa furia contra la nada.
Mientras afuera alguien canta
como si nada sucediera
más allá de su canto,
como si nada.
4 Comments:
Qué bueno que te has abierto un blog de poemas, es un placer¡¡¡¡
qué bueno que hayas llegado hasta aquí, lo uso más bien como un lugar para documentar sin mucha divulgación (ese juanciprianotorres se devoró al autor). Subí algunos sobre el mar, tu lo mencionas habitualmente
Que podría decirte a versos como: "El tiempo
no será develado,
jugará en la complejidad del alma,
será desdén y alimento"
Nada. Solo dar las gracias por compartir tanta belleza.
Sdos.
Gracias por tus palabras maraia, en medio, la vejez es apenas un accidente
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